PARASHA SHMOT 2.-



Aconteció en el año ciento treinta desde que Israel había descendido a Egipto, que el Faraón tuvo un sueño, en el cual él estaba sentado sobre el trono de su reinado. En ese momento alzó sus ojos, y divisó un hombre longevo parado frente a él, que tenía en sus manos una balanza como las que utilizan los comerciantes, a la que dispuso delante del Faraón. Luego tomó a todos los ancianos de Egipto, la totalidad de los ministros, y todos los hombres de importancia, a quienes amarró, y los colocó en uno de los platillos de la balanza. Asimismo, asió un cordero tierno, a quien puso en el otro platillo, desnivelando el animal la balanza ante el enorme conjunto de personas que se hallaban en el otro lado.

El Faraón se sorprendió sobremanera, exaltado por el increíble hecho, donde un pequeño cordero puede contrarrestar a tanta gente junta. Por ello, al despertar, convocó a todos sus siervos, y les relató lo que había soñado. Ellos escucharon y temieron en gran manera.

El Faraón les dijo: "Revélenme por favor el significado de este sueño que tuve".
Bilam, el hijo de Beor fue quien respondió en primer término al monarca: "Esto no es sino un gran mal que sobrevendrá sobre Egipto en los días postreros, pues un hijo le nacerá a Israel, el cual destruirá todo Egipto, y aniquilará a sus pobladores, sacando luego a todo Israel con mano fuerte de Egipto.Y ahora, nuestro señor rey, apresúrense a idear un plan para hacer perder la confianza de Israel, antes que alcance a germinar esta cosa contraproducente sobre Egipto".
El Faraón le respondió: "¿Qué podemos nosotros hacer a Israel, más de lo que hemos intentado hasta ahora?. Por eso, colabora en la causa y danos un buen consejo también tú, para saber como podremos con ellos".

Bilam propuso: "Llama primeramente a tus dos consejeros, veamos que sugieren ellos, y luego hablará tu siervo (refiriéndose a él mismo)".

El monarca envió por Reuel (o sea, Itró), y Iob (Job), quienes acudieron, y se sentaron delante del mandatario.
El Faraón les dijo: "Todos habéis escuchado el sueño que tuve y su interpretación, ahora, dad vuestro consejo por favor, para saber que hemos de hacer a los hijos de Israel, y como podremos neutralizarlos, antes que surja el mal sobre nosotros".

Reuel, el midianita respondió: "¡Viva el rey para siempre!. Si al rey parece bien, aléjese de los Hebreos, y no les haga nada, pues el Di-s de ellos, los eligió desde los días de antaño, y los tomó de entre todas las naciones, y de entre todos los reyes de la tierra. ¿Quién alzará sobre ellos su mano y quedará limpio, sin que el Di-s de ellos tome venganza?. Yo se que cuando descendió Abraham, el patriarca de ellos, a Egipto, y vio el anterior Faraón a Sará, su esposa, a quien tomó para él por mujer, tras Abraham haber dicho: 'es mi hermana', por temor de que gente de Egipto lo maten por su mujer, sucedió al tomarla el rey, que el Di-s de ellos lo plagó de enfermedades, las cuales afectaron también a toda su casa, hasta que la reintegró a Abraham, y recién entonces sanó.

Y también a Abimelej, el guerareo (de la tierra de Guerar), rey de los filisteos, azotó el Di-s de ellos por causa de Sará, la esposa de Abraham, tornando estéril todo vientre, ya sea de persona o animal, apareciendo el Di-s de ellos en sueño, por la noche, a Abimelej, a quién Atemorizó, para que restituya a Abraham, a su esposa Sará, que había tomado de él, hasta que finalmente, tras una levantada del pueblo de Guerar, Abraham oró a Di-s por él, y todos fueron sanados. Enseguida el rey devolvió a Sará al patriarca Hebreo, y asimismo, le dio numerosos presentes.
También con Itzjak
Igualmente actuó su Di-s con Itzjak, cuando aconteció su expulsión de Guerar, por quien Hizo muchas maravillas, secándose todas los surgentes de agua, sin que broten los árboles frutales, hasta que fueron a él Abimelej, el rey de Guerar, junto al capitán de su ejército Pijol, quienes se prosternaron a tierra frente a Itzjak y luego solicitaron que ore por ellos a Di-s. Así lo hizo el patriarca Hebreo, tras lo cual acabó el flagelo que los aquejaba.

También Iaakov, quien fue un varón íntegro, se salvó merced a su integridad de Esav, su hermano y de Laván el Arameo, hermano de su madre, quienes pretendían su vida. También de los reyes de Kenaan, quienes todos juntos cayeron sobre él y sus hijos para exterminarlo, pero los salvó Hashem de sus manos, por lo que los Hebreos se volvieron contra ellos, y los mataron, pues ¿quién alza su mano frente a ellos y logra salvarse?.

El Faraón antiguo, o sea, tu abuelo, engrandeció a Iosef, el hijo de Iaakov por sobre todos los ministros de Egipto, al contemplar su sabiduría, pues a través de ello, salvó a todos los habitantes de Egipto del hambre. Y luego de eso, ordenó traer a Iaakov y sus hijos a Egipto, para que se salve la tierra egipcia, y también Goshen, que es el lugar que les dieron para que vivan allí, del hambre, merced a sus generosos atributos.
Y ahora, si te parece bien, desiste de exterminar a los hijos de Israel, y si no es el deseo de tu corazón hacerlos residir en Egipto, envíalos, y que regresen a Kenaan, la tierra donde vivieron sus padres".

Cuando el Faraón oyó las palabras de Itró, enfureció sobremanera con él, quien debió retirarse de delante del rey en medio de una gran vergüenza. Ese mismo día salió de Egipto, y retornó a su tierra: Midián, tomado consigo el bastón de Iosef.

En tanto, el Faraón se dirigió a Iob, su consejero que provenía de la tierra de Hutz: "¿Qué es lo que opinas tú, y cual es tu consejo en lo que respecta a los Hebreos?".

Iob respondió al rey: "Todos los habitantes de la tierra están en tu mano, lo que parezca bien ante tus ojos, hazlo".

El Faraón habló a Bilam: "¿qué dices tú, Bilam?. Habla lo que tienes para decir, y serás oído".

Bilam comenzó: "Todo lo que el rey aconseje hacer a los Hebreos, no será suficiente, ya que se escabullirán de ello, pues aunque decidas arrojarlos al fuego, se salvarán, tal como aconteció con Abraham, a quien el Di-s de ellos salvó en Ur Kasdin, cuando el rey Nimrod lo arrojó a un horno encendido. Si pretendes exterminarlos a filo de espada, ya Itzjak se salvó de eso, y fue ofrendado un chivo en su reemplazo. Si intentas afligirlos con trabajos forzados, tampoco podrás, ya que Iaakov sirvió a Laván realizando trabajos durísimos, y finalmente salió victorioso.

Por eso, mi señor el rey, escucha por favor mis palabras: este es el consejo válido para deshacerte de ellos, y del cual no podrán escapar. Si está bien ante el rey, ordene arrojar sus hijos que les nazcan desde el día de hoy en adelante, al agua, pues a través de esto podrás borrar sus nombres, al ser que no fue probado ninguno de ellos, ni de sus padres, a través de esta vía".

El Faraón oyó las palabras de Bilam, y parecieron bien, tanto al rey, como a sus ministros, por eso, el mandatario ordenó hacer tal cosa. Ordenó difundir por toda la nación: "Todo varón que nazca a los Hebreos desde este día en adelante, será arrojado al agua".
Además, el monarca convocó a todos sus siervos, y les ordenó: "Vayan por favor a la tierra de Goshen, donde se encuentran los hijos de Israel, busquen todo niño que les nazca a los Hebreos, y arrójenlo al Nilo, en tanto a las niñas dejen con vida".

Los hijos de Israel oyen
Cuando los hijos de Israel oyeron la ordenanza del Faraón, una parte del pueblo se apartó de sus mujeres, ya que no querían tener hijos para que sean matados, y la otra parte, se apegó a ellas.

Y fue desde ese día en más, que las señoras de Israel embarazadas, salían al campo para dar a luz, concebían allí, abandonaban sus hijos en ese lugar, y regresaban a sus hogares.

Entonces Quien juró a los patriarcas multiplicar la simiente de ellos, envió a uno de Sus ángeles celestiales, para que bañe al recién nacido, lo cubra, unte con aceite y genere el calor necesario para su supervivencia. Asimismo, el Creador le indicó colocar sobre las manos del bebé dos objetos: uno del que fluiría leche, y del otro miel, para su alimentación. Además, su cabello dejaba crecer hasta las rodillas, para que lo cubra. Y su desarrollo tenía lugar debajo de la superficie, pues Hashem así lo dispuso, hasta que el niño madure, y pueda regresar a sus padres, en ese momento emergía de debajo de la tierra, cual vegetal, buscaba a sus progenitores, y se unía a ellos.

En tanto los egipcios advirtieron lo que acontecía, por lo que buscaron sus bueyes y herramientas de labranza, surcando toda la tierra como si estuvieren preparándola para sembrar, cuando en realidad, pretendían destruir todo sitio subterráneo donde se hallaren los niños judíos que emergían de debajo de la superficie.

Aunque no lograron su propósito, pues ningún chico judío resultó dañado a través de este intento por destruirlos, motivo por el cual el pueblo de Israel se multiplicó enormemente.

En tanto el Faraón ordenaba día a día ir a Goshen a buscar los niños de los Hebreos, y cuando localizaban alguno, lo arrancaban del pecho de su madre haciendo uso de la fuerza, y lo arrojaban al Nilo, dejando a las niñas con su madre. Esto hacían los egipcios a Israel día tras día.

En ese momento
Aconteció en ese momento, que el espíritu Divino se posó sobre Miriam, la hija de Amram, y hermana de Aharón, la cual fue y profetizó dentro de la casa, y dijo: "He aquí nos nacerá un hijo de mi padre y mi madre, y él salvará a Israel de los egipcios".

Cuando Amram escuchó las palabras de su hija, tornó a su mujer, y volvieron a vivir juntos, ya que se había divorciado de ella, en el momento de ordenar el Faraón arrojar cada varón de la casa de Iaakov que naciere, al agua.

Cuando se unió a su esposa por segunda vez, fue al tercer año de haberse separado de ella. En esta nueva etapa de sus vidas, ella quedó embarazada, resultando al sexto mes desde que quedó preñada, que da a luz un varón, llenándose por él toda la casa de luz, similar a la del sol y la luna cuando brillan.

La madre vio que el niño era magnífico, y de buen aspecto, y lo ocultó por espacio de tres meses en una habitación interior.

En esos días, los egipcios deseaban borrar el nombre de los Hebreos, por eso, las mujeres de ellos iban a Goshen, y llevaban a sus bebés que aun no sabían hablar, sobre sus hombros.

En tanto, las madres Hebreas escondían a sus pequeños, para que no sean detectados por los egipcios y los aniquilen.

Pero venían las mujeres egipcias a Goshen, con sus chiquillos sobre sus hombros, y cuando pasaban por la casa de una Hebrea, y el hijo de ellas balbuceaba sonidos con su boca, al escuchar el niño judío que estaba oculto, respondía al otro bebé, también emitiendo un sonido similar, entonces las egipcias regresaban, y revelaban el domicilio al Faraón, para que lo inspeccione y tome de allí a la criatura escondida, para arrojarla al Nilo.

Sucedió por entonces, como unos tres meses después de haber ocultado Iojeved a su hijo, que la noticia llegó a la casa del Faraón. Por eso, la madre, quien se dio cuenta de la situación, se dio prisa, y antes que lleguen los policías a llevarse el niño, tomó una canasta hecha de juncos, a la que revistió con material por dentro y alquitrán por fuera, colocó al niño en su interior, y lo dejó en la orilla del río.

En tanto Miriam, permanecía parada a la distancia, para saber que sería de sus palabras que había pronunciado meses atrás.

La tormenta
Di-s hizo que sobrevenga en ese momento una tormenta de arena y calor muy fuerte en la tierra de Egipto, la cual hacía impacto sobre la piel de la gente, y les producía un ardor similar al causado por los rayos del sol en pleno verano, motivo por el que los pobladores estaban muy afligidos.

Por eso, todos los egipcios descendían al Nilo para sumergirse y aliviar su tormento que era provocado por el ardor de la arena cálida que impactaba sobre su carne por el efecto de la tormenta, y en ese momento, Batia, la hija del Faraón, que venía a inmergir su cuerpo en el río por la misma causa que todos los demás, avistó la canasta flotando sobre las aguas, por lo que envió a su sierva para que se la traiga.

Cuando la tuvo en sus manos, la abrió, y vio al chico llorando. Entonces se apiadó de él y dijo: "Este es de los niños Hebreos".

Luego lo dio a todas las mujeres egipcias que caminaban por la orilla del Nilo, para que lo amamanten, pero el bebé se rehusó por completo, pues de Hashem provenía la cosa, y todo acontecía de esta manera para que lo devuelvan a los pechos de su madre.

En tanto Miriam, se hallaba entre las mujeres egipcias en la orilla del río, y vio lo que sucedía, entonces le dijo a la hija del Faraón: "¿Quieres que te llame a una de las mujeres Hebreas para que te amamante al niño?"
La hija del Faraón le respondió: "¡Ve!".

Inmediatamente la muchacha fue y llamó a la madre del bebé quien asistió enseguida. Cuando llegó, la hija del Faraón le dijo: "Llévate este niño, y amamántalo para mi, y en retribución, te daré dos monedas de plata por día".
La señora tomó al bebé y lo amamantaba diariamente.
Aconteció al cabo de dos años, cuando el chico hubo crecido, le fue traído a la hija del Faraón, y lo criaba como a su hijo, poniéndole por nombre Moshé, pues dijo: "De las aguas lo saqué (ese es el sentido de la raíz que da origen al nombre Moshé)".

En tanto, al ver el Faraón que no daba resultado el consejo de Bilam sobre los hijos de Israel, pues pese a haber hecho como él dijo, los Hebreos se seguían multiplicando en todo Egipto, por tal razón ordenó hacer correr la voz por todo el imperio: "Ningún hombre disminuirá de su producción día a día, ya sea en material, como en ladrillos, pues el hijo pequeño de ese individuo que haga tal cosa, será colocado en la construcción en reemplazo de lo que disminuyó".
Más rigor
Luego de esta orden, tornaron más dura la labor de los hijos de Israel, y acontecía con cada uno de ellos que producía un ladrillo menos a lo usual en su labor diaria, le era arrancado a la esposa del hombre, y madre del pequeño, de sus brazos, su pequeño hijo, y lo colocaban en la construcción en reemplazo del ladrillo que hizo faltar su padre.

Esto hacían los egipcios a los hebreos día tras día. En tanto, los hijos de Levi, no trabajaban como sus hermanos, pues ellos supieron desde un principio el engaño que pretendían perpetrar los egipcios sobre ellos, y no se plegaron a la labor jamás, por lo que nunca los opresores los forzaron a hacerlo en el futuro.

Fue al tercer año del nacimiento de Moshé, que el Faraón se encontraba sentado a la mesa, durante la comida, y su esposa, la reina Alparanit estaba sentada a su derecha, en tanto que Batia, su hija lo hacía a su izquierda, quien tenía sobre ella al niño. Mientras que Bilam y sus dos hijos, mas todos los ministros del reinado también estaban sentados allí, frente al Faraón.
En esos momentos, el chico estiró su mano hacia la corona del monarca, a la cual tomó de sobre su cabeza, y la colocó sobre la suya propia.
El rey y sus ministros observaron lo hecho por el niño, y quedaron anonadados y asombrados enormemente. Luego el Faraón dijo a ellos: "¿qué dicen sobre lo acontecido, y qué debe hacerse al chico hebreo por su actitud?".

Bilam respondió: "Recuerda, por favor, mi señor, el rey, el sueño que has tenido hace ya varios días, y la interpretación que tus siervos dieron al mismo. Y ahora, este es uno de los niños hebreos, sobre los cuales yace el espíritu de Di-s, y no pienses, mi señor, el rey, que es pequeño, y sin intención hizo esta cosa, pues es un joven hebreo, y la sabiduría y el entendimiento están con él desde pequeño, por eso, premeditadamente hizo esto, y eligió para él, el reinado de Egipto, pues así estilan los hijos de Israel, engañar a los reyes y sus ministros, para hacer lo que desean, a través de triquiñuelas, para hacer tropezar a los reyes de la tierra y sus hombres.

Seguro sabes lo que hizo Abraham, quien debilitó el ejército de Nimrod y el de Abimelej, rey de Guerar, y heredó la tierra de los hijos de Jet, y todo el imperio de Kenaan, descendió a Egipto, y dijo que Sara, su mujer, era su hermana, para hacer tropezar a Egipto y a su rey.

Y también su hijo Itzjak hizo esto cuando fue a Guerar y habitó allí, fortaleciéndose mas que Abimelej, el rey de los Filisteos, y su ejército. Y también al reinado filisteo pretendió destruir, al decir sobre Rivka, su mujer: es mi hermana.

Iaakov también lo hizo
Y también Iaakov, engañó a su hermano, y tomó su primogenitura, y su bendición. Luego fue a Padam Aram, a casa de Laván, el hermano de su madre, y tomó con engaño, de él, a sus hijas y todo su ganado, mas todo lo que era de él, huyó, y residió en la tierra de Kenaan, junto a su padre.

Además, sus hijos vendieron a Iosef, el hermano de ellos, quien descendió a Egipto y fue esclavo, luego colocado en la cárcel por espacio de doce años, hasta que el antiguo Faraón tuvo unos sueños, y lo sacó de allí, engrandeciéndolo por sobre todos los ministros de Egipto, por la interpretación de sus sueños. Y sucedió cuando Di-s dispuso hambre sobre toda la tierra, que envió traer a su padre, y todos sus hermanos, mas la totalidad de sus pertenencias, alimentándolos en forma gratuita, adquiriendo además, a todo Egipto y sus pobladores por esclavos.

Ahora, mi señor, el rey, también este chico se levantará como ellos para hacer lo mismo que sus ancestros, sobre Egipto, para burlar al rey, como así a todo ministro y juez.

Si al rey parece bien, derramemos por favor, su sangre a tierra, para que no engrandezca, y tome de ti el reinado, para hacer perder la confianza de Egipto tras su dominio".

El Faraón respondió a Bilam: "Aun convocaré a todos los jueces de Egipto y todos los sabios, para saber si corresponde aplicar al niño la pena de muerte, como has dicho. En ese caso, será ejecutado".

Fueron llamados todos los jueces y sabios de Egipto, y entre ellos, se infiltró uno de los ángeles de Hashem, quien adoptó la apariencia semejante a la de uno de esos sabios.

El Faraón les dijo: "Seguramente han escuchado lo que hizo el joven hebreo que se halla en la casa, y así y así, sentenció Bilam le sea hecho por su actitud. Y ahora, juzguen también ustedes, y sabremos cual es la sentencia a aplicar sobre el chico por lo que hizo".

El ángel respondió: "Si parece bien al rey, ha de enviar su señoría, a traer una piedra preciosa, y una braza encendida, las cuales serán dispuestas delante del chico. Será si el muchacho estira su mano para tomar la piedra preciosa, entonces sabremos que premeditadamente actuó en todo lo que hizo, y será ajusticiado. Pero si a la braza estira su mano, sabremos que actuó en forma inintencional, y vivirá".

El rey hizo acorde a lo propuesto por el ángel, y ordenó traer los elementos para disponer delante del niño, a quien sentaron enfrente.

El chico pretendió dirigir su mano a la piedra preciosa, pero el ángel, sin que los presentes se percaten, la direccionó hacia la braza, la cual quemó la carne del joven.

Enseguida Moshé llevó la mano a su boca, por lo que resultaron quemados parte de sus labios, y de su lengua, lo cual causó que ya no vuelva a hablar como antes, sino con dificultad.

El rey y los ministros vieron lo sucedido, y supieron que no premeditadamente actuó el niño, cuando tomó la corona de sobre la cabeza del Faraón, por lo que desistieron de ajusticiarlo, continuando Moshé su vida en casa del mandatario, donde crecía y Hashem estaba con él.

Luego Moshé debería exiliarse tras ayudar a sus hermanos, y matar un egipcio, para finalmente regresar, y conducir al pueblo judío a la liberación. Aunque faltaba para que ello suceda el clamor de los hijos de Israel al Creador, lo cual aconteció cuando los egipcios endurecieron la presión sobre ellos, y de inmediato, la salvación llegó.

Y ahora, aguardamos al igual que aquella generación que se hallaba oprimida por los egipcios, nosotros que nos encontramos oprimidos por innumerables angustias que sobrevienen sobre la población día tras día, la redención final, y la construcción de la definitiva sagrada casa de Hashem, o sea, el tercer Templo Sagrado, aunque falta para ello un último esfuerzo de nuestra parte, por eso, es menester clamar al Creador de la misma manera como lo hicieron nuestros ancestros, y si lo hacemos de todo corazón, seguro que en forma inmediata, nos Enviará un libertador, que es el Mashiaj, para que nos conduzca a la liberación y redención final.

Shabat Shalom y Hashem Bendiga a cada hogar judío, y lo ilumine.