EL JARDIN DEL EDEN.-

El Santo, Bendito Sea, creó el mundo y todo lo que hay en él en seis días, y en el último día de la creación, el sexto, hizo al hombre. Como está escrito: «Y El Eterno Dios formó al hombre de polvo de la tierra y le exhaló en sus fosas nasales el alma de vida; y el hombre se transformó en un ser vivo» (Génesis 2:7). El hombre era el objetivo principal de la creación, por eso plantó un jardín muy especial para él, como está escrito: «El Eterno Dios plantó un Jardín en el Edén, hacia el este, y allí colocó al hombre que había formado. Y El Eterno Dios hizo que brotaran de la tierra todos los árboles que eran agradables a la vista y buenos como alimento; y el Árbol de la Vida, en medio del jardín, y el Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal. Del Edén surge un río que riega el jardín, y de allí se divide y se transforma en cuatro cursos de agua. El nombre del primero es Pishón, el que circunda toda la tierra de Javilá, donde está el oro. El oro de esa tierra es bueno; allí hay cristal y piedra de berilio. El nombre del segundo río es Gijón, el que circunda toda la tierra de Cush. El nombre del tercer río es Tigris, el que fluye hacia el este de Asiria; y el cuarto río es el Éufrates (Génesis 2:8-14). Se aprecia que este Jardín del Edén era un lugar sumamente agradable y bello, donde se podía disfrutar y vivir en medio de una abundancia plena. A continuación se narra que El Santo, Bendito Sea, tomó al hombre, lo puso en el Jardín del Edén, y le dio indicaciones. Como está escrito: «El Eterno Dios tomó al hombre y lo colocó en el Jardín del Edén, para que lo trabajara y lo cuidara. Y El Eterno Dios le ordenó al hombre, diciendo: De todo árbol del jardín podrás comer; pero del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal, no comerás; pues el día que de él comas, ciertamente morirás» (Génesis 2:15-17). Después de concederle todos estos deleites e indicarle su función en el mundo, El Santo, Bendito Sea, vio que a Adán aun le faltaba algo para que esté completo, y también le concedió eso que necesitaba para ser plenamente feliz. Como está escrito: «El Eterno Dios dijo: No es bueno que el hombre esté solo; le haré una compañera que le corresponda» (Génesis 2:18). Y también se narra como El Santo, Bendito Sea, formó a la compañera del hombre. Como está escrito: «El Eterno Dios causó un profundo estado de somnolencia en el hombre, y éste se durmió; y Él tomó uno de sus costados y cerró la carne en su lugar. El Eterno Dios, con el costado que había tomado del hombre, construyó una mujer y la llevó ante el hombre. Y el hombre dijo: Esta vez es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Ésta será llamada Ishá (mujer), pues del Ish (hombre) fue tomada. Por tanto, el hombre dejará a su padre y su madre y se unirá a su mujer, y se transformarán en una sola carne» (Génesis 2:20-24). En el Midrash se narra como fue llevada la mujer, Eva, al hombre, Adán: La mujer fue llevada hacia Adán escoltada por una corte integrada por decenas de miles de ángeles celestiales, los cuales entonaban cánticos y melodías deleitables. Y estos ángeles descendieron con Adán y Eva al Jardín del Edén. Algunos portaban en sus manos arpas, otros llevaban liras, algunos violines y estaban aquellos que llevaban panderetas. Además, los ángeles bailaban alegremente delante de la pareja como lo suelen hacer las jovencitas. Sin lugar a dudas que la vida de ellos en el Jardín del Edén era magnifica, y podrían haber vivido allí, en medio de esa inmensa felicidad, por la eternidad. Pero no pudieron resistir la tentación y violaron el mandato de El Santo, Bendito Sea. Por eso fueron expulsados del Jardín del Edén, y el mismo fue cerrado, como está escrito: «El Eterno Dios lo depuso del Jardín del Edén, para que trabajara el suelo del que fue tomado. Y al expulsar al hombre, Él colocó al este del Jardín del Edén los querubines y el filo de la espada giratoria para custodiar el camino que conduce al Árbol de la Vida» (Génesis 2:23-24). ¿Por qué El Santo, Bendito Sea, no destruyó el Jardín del Edén después de esto? ¿Por qué razón lo resguardó solamente? Porque el hombre puede volver allí a través de sus buenas obras. Para ello deberá rectificarse debidamente estudiando la Torá, el legado de Dios, y cumplir Su palabra. Entonces sí se ameritará nuevamente volver allí para disfrutar de todos los inmensos deleites que hay en ese lugar. La clave de cómo hacerlo está dentro del concepto «Jardín del Edén». Como dijimos, está escrito: «El Eterno Dios plantó un Jardín en el Edén». Quiere decir que el Jardín estaba plantado dentro del lugar llamado Edén. Veamos como conseguir volver al Jardín: en el libro de cábala Zohar, se enseña que en toda la Torá hay 53 secciones. Estudiando esas 53 secciones de la Torá, se podrán conseguir los méritos para recuperar el Jardín. Pues Jardín en el original hebreo está escrito mediante la locución gan, cuyo valor numérico es este: Se aprecia que el valor numérico de Jardín -gan-, coincide con la cantidad de secciones que hay en la Torá. Estudiando esas secciones como es debido, y poniéndolas en práctica, se obtendrá el mérito para llegar al Jardín. Ahora bien, ¿cómo se obtiene el mérito de entrar en el Jardín del Edén? Estudiando las palabras de la Torá en forma minuciosa, letras por letras, hasta la última. Veamos como es esto: GÉNESIS El último versículo del Génesis es este: «Iosef (José) murió a la edad de ciento diez años; lo embalsamaron y lo colocaron en un cajón en Egipto» (Génesis 50:26). En el original hebreo está escrito así: La última palabra de este versículo es «bemitzaraim». La última letra de «bemitzaraim» es mem. ÉXODO El último versículo de Éxodo es este: «Pues la nube de El Eterno estaba sobre el Tabernáculo de día y el fuego estaba sobre él de noche, ante los ojos de toda la Casa de Israel, en todos sus viajes» (Éxodo 40: 38) En el original hebreo está escrito así: La última palabra de este versículo es «maseihem». La última letra de «maseihem» es mem. LEVÍTICO El último versículo de Levítico es este: «Éstos son los preceptos que El Eterno ordenó a Moshé (Moisés) para los Hijos de Israel en el Monte de Sinaí» (Levítico 27:34) En el original hebreo está escrito así: La última palabra de este versículo es «Sinaí». La última letra de «Sinaí» es iud. Números El último versículo de Números es este: «Éstos son los preceptos y las ordenanzas que El Eterno ordenó por intermedio de Moshé (Moisés) a los Hijos de Israel en las planicies de Moab, en el Jordán, junto a Jericó» (Números 36: 13) En el original hebreo está escrito así: La última palabra de este versículo es «Ierejo». La última letra de «Ierejo» es vav. DEUTERONOMIO El último versículo de Deuteronomio es este: «Y que Moshé (Moisés) realizó con mano fuerte y todo el poder temible ante los ojos de todo Israel» (Deuteronomio 34:12) En el original hebreo está escrito así: La última palabra de este versículo es «Israel». La última letra de «Israel» es lamed. ÚLTIMAS LETRAS DEL PENTATEUCO Ya hemos visto cuáles son las últimas letras de todos los libros del Pentateuco, veamos ahora su valor numérico: Sumemos estos valores: 40 + 40 + 10 + 6 + 30 = 126 Veamos que indica estudiar el Pentateuco minuciosamente, letra por letra, hasta la última, en concordancia con este valor numérico. «Del Edén» se escribe así y este es su valor numérico: El valor de las últimas letras de todos los libros del Pentateuco coincide con el valor numérico de «del Edén». Significa que estudiando el Pentateuco en forma general, se obtiene el merito de entrar en el Edén, y estudiándolo minuciosamente, letras por letra, hasta la última, y poniendo en práctica lo estudiado, se consigue el mérito para entrar en el Jardín del Edén